El profesor José María Rubio, de Castilla-La Mancha, escribe este artículo sobre la volatilidad del microlearning

Hace unas semanas, estuve leyendo un artículo en un diario de tirada nacional, páginas de economía, con el titular” La formación en pequeñas píldoras” se hace fuerte en la era del aprendizaje continuo”, y con la entradilla siguiente: “el microlearning gana terreno”, en especial en el ámbito empresarial y se convierte en un atractivo “nicho” para la pujante industria de la educación online” el artículo tiene fecha de octubre del año 2022.

Leyendo el cuerpo del artículo, que se desarrolla en una suerte de declaraciones del presidente de honor de Ancypel y a la sazón vicepresidente de Aepymel, sobre el desarrollo de microlearning o microaprendizaje, enfocado a las empresas fundamentalmente.

Una apuesta por lo conciso y breve en el aprendizaje, lo inmediato. En una sociedad postmoderna determinada por la volatilidad y la adaptación rápida (Zigmun Bauman, sociedad líquida), es una respuesta, a una suerte de “aprende rápido el mercado te espera”.

Si bien este modelo de aprendizaje secuestra una parte fundamental del aprendizaje, que no es otro que el desarrollo de habilidades cognitivas y destrezas con significado para el empleo.

El empleo y mercado, individuo y empresa, un binomio inextricablemente unidos. De hecho, a finales de la década de 2000, surge con fuerza el término empleabilidad con un enfoque en el trabajador o futuro trabajador, convirtiéndole en sujeto activo y no en pasivo del nuevo modelo de formación profesional.

El dotar de competencias profesionales a los futuros trabajadores, será todo un reto para el sistema educativo y las administraciones que tienen la responsabilidad de dar una respuesta a una sociedad en continuo cambio y en un mercado de trabajo fluido y volátil.

La adquisición de competencias profesionales son sin duda una cierta complejidad, como para que una “píldora” pueda dotar a un alumno/a o trabajador/a de esas destrezas y habilidades en 1 hora o 5 horas, se podrá adquirir una instrucción o dar a conocer, pero no un aprendizaje.

Sin duda el lenguaje es importante, sobre todo cuando hablamos de formación profesional. El “microlearning” podrá ser una suerte de instrumento o “gadget” para dar a conocer determinadas pericias o mañas, pero no un aprendizaje ni adquirir una competencia.
Dicho esto, la unidad mínima de aprendizaje con reconocimiento será la acreditación parcial de competencia Grado A, según la ley orgánica de Formación Profesional y su desarrollo en el Real Decreto de Formación Profesional

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Fuente: José María Rubio en LinkedIn