Ante el reto de la plena digitalización del conjunto de nuestra sociedad: ¿Cómo se debe  posicionar el e-learning dentro de todas las herramientas necesarias?

1.Una historia verdadera

Mi suegro, Salva, hace 6 años tenía un Nokia 6220 Classic, se resistía a comprarse un Smartphone. Aunque comprendía y podía utilizar esa tecnología, como Profesor de Lengua Castellana y Literatura en el ámbito de la Educación Secundaria, en un primer momento, presumía más una amenaza que una virtud.

Veía que sus alumnos habían cambiado sus hábitos sociales y rutinas de trabajo por algo que no consideraba “positivo” en su sentido genérico: patios con más dinámicas  individualistas, clases con nuevos focos de distracción, nuevas dimensiones del bulling fuera del centro educativo… Y la verdad que no le faltaba razón, los cambios que se han producido, de diez años a esta parte, provocaban al no nativo digital un lógico rechazo.

Mi suegro, Salva, hace un par de meses me mandaba un whatsapp, desde su Xiami RedMi Note, diciéndome que acababa de terminar el curso online del Museo del Prado, sobre una retrospectiva de Velázquez. Lleva 4 años jubilado, pero ya aún en activo comenzó su proceso de digitalización. Y éste proceso no vino motivado únicamente con la actualización de su dispositivo móvil, sino por algo más: un cambio en su manera de concebir las comunicaciones, sus salidas diarias con la Mountain Bike o la manera de saciar su infinita curiosidad como Licenciado en Filología Hispánica.

La respuesta lógica a este hecho la tendríamos fácil: -Claro, ahora jubilado, tiene todo el tiempo del mundo-. Falso. Salva es una honrosa excepción del conjunto de personas jubiladas de mi círculo que, con “pensión y afición”, no creen tener ninguna necesidad de ir más allá del manejo del whatsapp para hablar con l@s hij@s y/o niet@s.

2. Dentro de 10 años

Mi suegro, Salva, ha ido más allá: no solamente quiere hablar con sus nietos ahora, en el año 2019. Quiere hablar con ellos también dentro de 10 años. Me explico: en un futuro (de los cuatro nietos que tiene, el mayor tiene 13 años) cuando estén en la universidad, nadie le asegura si se comunicará con ellos por whatsapp, con otra nueva app con un sistema holográfico de videoconferencia, o quizás con un sistema de realidad virtual que implique el uso de periféricos desconocidos por el momento.

Es decir, tiene claro que cuando hable con sus nietos no quiere que nadie le preste un dispositivo incontrolable técnicamente: él mismo quiere hacer la “hologramollamada”. Quiere saber qué está a su alcance en la ámbito digital HOY, tanto a nivel de dispositivos (comerciales o experimentales) como de pedagogías (locales y online) para poder realizar acciones digitales MAÑANA.

En definitiva, quiere ser ciudadano del mundo que viene, y por ello entiende que ha de formarse ahora.

Dato curioso: cuándo se compró su primer Smartphone se esperó tres días para ponerlo en marcha, conmigo, en una de sus numerosas visitas de Requena a Tarragona. Desde esa ocasión hasta hoy, con cada nuevo dispositivo hemos hecho el ritual de sentarnos en su siguiente visita a Tarragona después de cada compra, para ver novedades, comentar y comparar con sus antiguos dispositivos, el mercado “techi”, etc… A esos encuentros, para darles un poco de emoción e irónica relevancia,  los denominábamos “Nuestros Pequeños World Mobile Congress”.

3. Teoría de especies

../Downloads/evolution-3801547_1920.jpg

Pero claro, Darwin fue muy claro con la teoría de la especies, EVOLUCIÓN: hoy día, con los nuevos dispositivos que ha adquirido (smartphone, smartwatch, Kindle,…) no se espera a venir a Tarragona para ponerlo en marcha, esto ha cambiado. Aparte de gozar de una “bendita” autonomía, hemos llegado al punto en que él me informa de novedades que no conozco, llegando a facilitarme avances que se me escapan, y que llego a incorporar a mis clases como formador.

Y no queda ahí la cosa, sino que aparte de llegar a esta autonomía, tener un criterio digital, realizar formaciones online… Además, gestiona las estadísticas de la cuenta de Twiter de su hijo, por puro placer de hacerle el servicio. De esta manera, le ahorra unos valiosos minutos cada semana de su muy apretada agenda, por el puro placer de pasarle esos datos y alimentar más y mejor una relación a más de 8.700 km.

¿Sería todo esto posible si Salva se hubiera quedado en el prejuicio de los “peligros” del hecho digital, con esa primera realidad del instituto dónde trabajaba? Yo creo que no.

Tengo un problema con este artículo. Mi suegro, Salva, seguro que cuando lo lea, dirá que ese no es él, que estoy vendiendo una imagen “exagerada” de cómo ha evolucionado (si le conoceré bien…). Pero no, a estas alturas de mi redacción, esta es la única premisa cierta tautológicamente: solo me he prestado a describir hechos. Él y sólo él ha asumido hardware, software y cultura digital a un ritmo que, si viajásemos con una máquina del tiempo a mantener una conversación con el Salva del Nokia 6220, este no le reconocería ni por asomo.

4. La buena pedagogía

Todo esto me genera una pregunta: en los procesos actuales de digitalización de las personas, ¿cuál es la herramienta más relevante, del amplio abanico actual, para poder evolucionar de manera más ágil y segura?

Esta pregunta es la más fácil de responder: la herramienta es la pedagogía, la “buena” pedagogía.

Pero claro, aún con esta sencilla respuesta, hay factores inherentes que terminan por no ser tan facilitadores, según determinados contextos donde se desarrollen.

En entornos de aprendizaje continuo, dónde hay una cultura/conocimiento técnico a consecuencia de una necesidad académica, laboral o personal… La buena pedagogía se va retroalimentando conforme evolucionamos en cualquiera de estos campos: eres consciente de la necesidad, de la herramienta y de aplicar su uso.

Pero atención (desde hace un lustro que insisto mucho en este punto), aunque entendamos y potenciamos esta cadena lógica, hemos de trabajar en un previo de vital importancia: ¿Cómo acercamos estos procesos a tod@s aquell@s que están fuera de ese aprendizaje continuo, por motivos socioeconómicos, trabajos poco cualificados o limitaciones personales?

Llegamos a un punto en el que el secreto no se basa en adquirir completísimos dispositivos con mejores sistemas operativos, apps más avanzadas, redes sociales o plataformas en la nube… Esa es la segunda parte. Cualquiera puede tener el mejor iPhone a plazos e infrautilizarlo soberanamente.

Se trata de poder “coger de la mano” y realizar “la buena pedagogía” de acercar la tecnología al hecho cotidiano de cada persona. Que cada individuo cuantifique no solo los miedos, sino también los beneficios de la “conexión digital”. Una pedagogía que nos ha de provocar zambullirnos en la piscina, desde la confianza del bien aportado y con conocimiento del perjuicio (que lo hay, claro que si).

Es precisamente eso, provocar conocimiento sin provocar rechazo. La gente ha de entender que crearse un perfil, p.e. de Linkedin, no es intentar cambiar la caja de cambios  de nuestro coche, con un tutorial de youtube. Es algo más fácil, más intuitivo y sobre todo más humano de lo que la gente “desconectada” pueda llegar a creer.

Por ello, esta “buena pedagogía” pública, social, empresarial, familiar, personal pero sobre todo cultural: es la base del éxito de una sociedad que no ha de ser aupada “únicamente” por los nativos digitales y las dos generaciones anteriores que nos hemos adaptado a marchas forzadas.

5. ¿Y qué valor aporta el e-learning?

2.jpeg

Llegados a este punto de la partida, juega un papel fundamental el e-learning. Con el mero hecho de darte de alta en un curso sobre una retrospectiva de Velázquez, estás poniendo en marcha una serie de rutinas que te catapultan a nivel de competencias digitales:

  • Saber navegar por la red en busca de la plataforma adecuada.
  • Darse de alta en el curso y gestionar logins y contraseñas.
  • Sociabilización, comunicarte virtualmente con profesor/a y alumn@s.
  • Recibir y generar conocimiento, deslocalizándolo.
  • Gestionar contenido multimedia.

Y además, por si no fuera poco, conocer a 350 kilómetros de distancia un poco más de ese maravilloso maestro Sevillano, y poder disfrutar todavía mejor tu próxima visita al Prado en Madrid.

Como podemos suponer, este ejemplo no es más que la punta del iceberg del amplio abanico de educación forma, no formal, ocupacional, terapéutica, postgrados, masters, pública, privada,… Y así hasta el cualquier ámbito del hecho educativo al que alcance nuestro discernimiento y, porque no, de nuestra imaginación.

6. Nuestras sociedad futura.

../Downloads/robot-1658018_1920.jpg

Mi suegro, Salva, pasó de tener un Nokia 6550 a un nexus4, pero no ser quedó en esa acción. Se auto-generó una “motivación” por ampliar su conocimiento de las tecnologías y aplicarlas en su día a día. Él, su familia, su entorno y su evolución le marcaron un camino por el que hoy transita con la confianza suficiente para ser ciudadano del futuro. Él y su entorno construyeron un puente, que le permitió pasar de ser persona analógica a persona digital, para asegurarse su plena ciudadanía del mundo en el que navegaremos dentro de diez o veinte años.

Al igual que él, toda la sociedad hemos de ser capaces de crear los puentes para que todos los nuevos y maravillosos avances que estamos viviendo actualmente se democraticen lo máximo posible, al máximo número de personas, en plazo y tiempos adaptados a cada una de ellas.

Y lo más importante: todos estos puentes, de los que el e-learning son un pilar fundamental, se han de construir con un sentido. El sentido común que, como sociedad, nos ha hecho llegar a este punto de la historia con un mundo lleno de oportunidades justo delante de nuestras manos, a un simple roce del dedo sobre la pantalla.

Ah, por cierto: mi suegro, Salva, se apuntó hace un par de días a su segundo curso online, “El Bosco en el Museo del Prado”.

¿No es maravilloso? Yo estoy convencido que sí.