Gran parte de la conversación pública sobre la inteligencia artificial en la educación se ha centrado en los peligros del plagio: estudiantes que utilizan herramientas de IA, como ChatGPT, para escribir ensayos convincentes que hacen pasar por suyos, y las instituciones académicas, a su vez, que despliegan herramientas de IA para tratar de atrapar a estos tramposos.
Pero a medida que las nuevas tecnologías, incluida la IA, se imponen, también prometen revolucionar el aprendizaje.
Según Hadi Partovi, director ejecutivo de la organización educativa sin ánimo de lucro Code.org, la IA «va a ser una de las mayores plataformas educativas fuera de la escuela».
Ya están surgiendo plataformas y herramientas impulsadas por la IA que pueden ayudar a los alumnos -sobre todo a los que tienen dificultades o proceden de entornos con bajos ingresos- y mejorar potencialmente la equidad en todos los ámbitos.
Ya existen, por ejemplo, «tutores» dotados de inteligencia artificial capaces de ofrecer una experiencia personalizada al alumno, adaptándose a sus necesidades en tiempo real. Una aplicación, Khanmigo, creada por Khan Academy, una organización educativa en línea sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos, se autodenomina «tu amigo de estudio siempre disponible» y promete retar a los alumnos «a pensar de forma crítica y a resolver problemas sin darte respuestas directas». La aplicación es gratuita para los profesores, y 44 dólares al año para los usuarios y sus familias.
«Hasta ahora, la tutoría experta y personalizada ha tenido un coste prohibitivo, salvo para los alumnos y las instituciones más elitistas», señala Joseph South, director de innovación de la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación, una organización educativa sin ánimo de lucro. «La IA generativa tiene el potencial de ampliar esta experiencia para los alumnos en línea a un precio asequible».
Un estudio de 2024, dirigido por la Universidad de Oxford, descubrió que los alumnos de una escuela de Ghana que utilizaron un tutor de matemáticas impulsado por IA y accesible a través de WhatsApp durante media hora, dos veces por semana, a lo largo de ocho meses, obtuvieron puntuaciones de crecimiento en matemáticas «sustancialmente más altas» que sus compañeros de un grupo de control.
Emily DeJeu, profesora adjunta de Comunicación en Gestión Empresarial en la Universidad Carnegie Mellon, señala que hay más investigaciones que demuestran que los alumnos con bajo rendimiento «obtienen un impulso significativo» cuando utilizan la orientación impulsada por la IA. «Rellena sus lagunas y les hace más productivos», afirma.
La tecnología también puede utilizarse de forma novedosa para simular entornos de trabajo o formación. “La transferencia de conocimientos del aula al lugar de trabajo siempre ha adolecido de la naturaleza artificial de un entorno de clase, que carece de las complejidades de la aplicación en el mundo real, dice South. «Ya no es así». Añade que las simulaciones generadas por IA permiten a los estudiantes acceder a los centros de trabajo «habiendo puesto a prueba su rendimiento en entornos simulados».
Además de ayudar directamente a los estudiantes, la IA puede ser utilizada por los propios educadores. Puede ayudar a generar planes de aprendizaje personalizados y preparar evaluaciones individualizadas.
«La IA transforma el papel del educador, ya que ahorra mucho tiempo en la planificación de las clases y la evaluación, lo que permite una mayor interacción en el aula y un apoyo individualizado», afirma Christophe Mallet, director ejecutivo de Bodyswaps, un proveedor de formación en competencias interpersonales mediante realidad virtual.
Por ejemplo, la IA puede generar rápidamente conjuntos de problemas sobre un tema elegido. «También puede clasificar el trabajo de los alumnos para identificar errores individuales», añade South, «así como patrones de rendimiento que deben corregirse».
En las escuelas de negocios, también puede generar estudios de casos innovadores y originales, afirma DeJeu.
Todo ello puede ahorrar mucho tiempo al personal. Según un informe de la editorial educativa Twinkl, la adopción de la IA podría evitar 77.000 millones de dólares de horas extra no remuneradas de los profesores en Estados Unidos. Este cálculo se basaba en datos de McKinsey, según los cuales los profesores podrían recuperar hasta 13 horas semanales si adoptaran herramientas de IA.
Entre las nuevas y prometedoras herramientas figuran el planificador de clases MagicSchool, que cuenta con dos millones de profesores inscritos, y Pressto, que genera sugerencias de escritura para los profesores en función de los temas o el nivel que deseen. Merlyn Mind es otro asistente basado en inteligencia artificial que los profesores pueden utilizar en clase.
Sin embargo, sigue habiendo problemas potenciales que resolver. La IA sigue siendo poco fiable y propensa a las alucinaciones -presentar ficción como realidad-, lo que podría significar que los alumnos «aprendieran» información incorrecta. Del mismo modo, la IA puede desarrollar sesgos basados en los datos utilizados para entrenarla, y potencialmente transmitirlos a los alumnos.
Además, los expertos advierten de que cualquier institución educativa debe tener restricciones sobre qué datos de los estudiantes e información personal pueden introducirse en los sistemas de IA, para mitigar los riesgos para la privacidad.
Pero, para algunos, el mayor riesgo está en el proceso de aprendizaje. DeJeu afirma que, a medida que los estudiantes se acostumbran cada vez más a depender de la tecnología desde una edad temprana, las herramientas de IA podrían significar que están «atajando» el aprendizaje.
«¿Es eso bueno para ellos a largo plazo?», se pregunta. “Algo de eso es todavía una cuestión abierta. El reto es narrar constantemente a los estudiantes formas de utilizar estas herramientas para su beneficio neto, profesionalmente, y consejos para evitar usarlas de manera que acorten su crecimiento.”
DeJeu cree que los profesores tendrán que ser «suficientemente agnósticos en cuanto a las herramientas» a la hora de introducir a sus alumnos en la IA, así como en su propio uso de la tecnología. Les aconseja que busquen casos de uso «atemporales» de la IA, porque las herramientas y las capacidades evolucionan muy rápidamente.
Mallet señala el riesgo de «sustituir ciegamente a los educadores humanos por la IA para el aprendizaje sobre la base de la rentabilidad». También advierte de que podría surgir una «brecha cada vez mayor entre los estudiantes», ya que algunas escuelas e instituciones están prohibiendo totalmente la IA por temor a las trampas, mientras que otras la están adoptando.
Para garantizar la protección de los alumnos, Partovi, de Code.org, sugiere que «necesitamos políticas gubernamentales -nacionales y regionales- que orienten a las escuelas». Para ello, ha ayudado a crear un consorcio llamado TeachAI.
No obstante, añade: “El mayor riesgo de todos con la IA es no hacer nada. El mundo ha cambiado y está cambiando. Debemos cambiar cómo enseñamos y qué enseñamos para adoptar la IA”.
Fuente: ft.com