Puede parecer un cambio de timón respecto al pasado cuando la norma era “muévete rápido y rompe cosas”. Ahora sin embargo parece ser que están muy preocupados por el bienestar mundial. Algo sorprendente porque Silicon Valley siempre ha sido anti-regulación para evitar limitar sus beneficios y su lema estrella siempre ha sido: “Es mejor pedir perdón que pedir permiso”.

Otro cambio sorprendente radica en el hecho que las empresas emergentes desarrolladoras de IA no pretenden derrocar la jerarquía de las grandes tecnológicas sino más bien ayudar a consolidarlas dadas las relaciones simbióticas que están estableciendo.
OpenAI se ha asociado con Microsoft para mejorar su software y buscador y Google por su parte tiene una participación considerable en Anthropic. Además las nuevas empresas utilizan las plataformas de computación en la nube de las Big Tech para entrenar sus modelos lingüísticos.

“Quieren demostrar que se toman en serio la seguridad, por los riesgos que comporta de desinformación, manipulación electoral, terrorismo y altas tasas de desempleo que podrían generar modelos cada vez más potentes de IA pero lo que no cuentan es que la regulación también reportará beneficios a los gigantes tecnológicos porque ayudará a reforzar las estructuras de mercado existentes, creando costes fáciles de asumir por los operadores tradicionales pero que aumentará las barreras de entrada a nuevos competidores”.

“Es más probable que los gigantes utilicen la tecnología para mejorar sus productos actuales que para sustituirlos por completo. Tratarán de proteger su negocio principal (el software empresarial en el caso de Microsoft y las búsquedas en el de Google). En lugar de iniciar una era de destrucción creativa schumpeteriana. Se consolidarán los grandes operadores incumbentes controlando el proceso de innovación y consiguiendo que la tecnología acabe siendo menos revolucionaria de lo que podría ser si hubiera más competidores.”

“Además la IA de código abierto ha comenzado a proliferar y ya se habla de que es capaz de crear modelos casi tan buenos como los propietarios y por un coste muchísimo menor.
Piden regulación porque tanto Microsoft como Google tienen muchísimos más recursos que los desarrolladores de código abierto para hacer frente a la normativa que los reguladores vayan estableciendo.”

Por un momento me hicieron pensar que se preocupaban por el bien común y el bienestar de la humanidad pero realmente todo responde a los incentivos económicos por preservar su liderazgo en un terreno que los ha convertido en titanes al tiempo que bloquean el acceso a nuevos operadores y por extensión ralentizan el progreso.
¡Qué susto! por un momento pensé que se habían convertido en unos hippies perrofláuticos.

 

Fuente: Carlos Ares en LinkedIn