Para transformar una buena formación en una excepcional experiencia personalizada de aprendizaje, hemos de considerar tres elementos:

  • Usar las nuevas tecnologías. Entender qué preferencias del alumno deben ser tomadas en cuenta.Situar al alumno al volante de su propia experiencia de aprendizaje.

En primer lugar, la experiencia tiene que ser relevante e interesante para el alumno, alineada con sus metas personales. Cada alumno debe poder conectar la experiencia de aprendizaje con sus objetivos de negocio. Incluso tiene que atraparle visualmente, ser atractiva, lúdica. Las nuevas tecnologías permiten a cada alumno ser el centro de su propia experiencia de aprendizaje, poner a su disposición datos internos y externos sobre ellos y su propio comportamiento. Todo esto hace que la experiencia de aprendizaje sea relevante para cada alumno.

En segundo lugar, la formación debe ser realizada en un lenguaje significativo para cada alumno y que, además, les guste. Así que es necesario aplicarnos en entender lo que les gusta a nuestros alumnos, a cada generación, a cada tipo de profesional, y acostumbrarnos a manejar múltiples lenguajes. Puedo oíros pensar, “esto es imposible, tengo 3.000 empleados distribuidos en 8 localizaciones distintas… no sé cómo hacerlo”…

Pero es necesario hacerlo, proporcionar verdaderas experiencias de aprendizaje personalizadas. Y otra vez las nuevas tecnologías pueden ayudarnos. Por ejemplo, a través de la Inteligencia Artificial podemos conocer las preferencias de cada empleado y darle a cada uno la experiencia de formación realmente relevante para él o ella.

Un área que me entusiasma es la hiper-personalización de la formación. Es un término prestado de nuestros colegas de marketing, que llevan la Inteligencia Artificial a la creación de contenidos, desarrollando experiencias personalizadas, “curando” contenidos (content curation) tanto de fuera como de dentro de la organización. Estos contenidos curados y estas experiencias están alineadas con las necesidades de los alumnos, dando a cada uno el lenguaje que le es más relevante.

Y en tercer lugar, tiene que ser fácil acceder a la formación allá donde esté el alumno y necesite lo que necesite. El eLearnig de los años 90 proclamaba “Aprende en cualquier momento y en cualquier lugar”, lo que era un excelente mensaje de marketing para la época. Esta idea ha resurgido recientemente y ahora está impulsada por los móviles y, sobre todo, por el concepto de aprender en el flujo del trabajo, de extraer el aprendizaje de los propios sistemas. El reto está en llevar el aprendizaje al flujo de trabajo cotidiano de un empleado.

La conectividad

Aquí aparece la idea de conectividad. Hay un número ingente de excelentes recursos formativos tanto dentro como fuera de la organización, así que tenemos que ponerlos a disposición de los alumnos, permitirles acceder a ellos cómo y cuándo los necesiten. Pueden ser bibliotecas de contenidos, cursos de formación, activos o experiencias creadas internamente, o incluso documentos que encontramos en bases de conocimiento como SharePoint y cosas disponibles en la web. Todo se reduce a cómo reunimos todos estos elementos en un único lugar.

Incluso conectar unos individuos con otros, lo que llamamos el aprendizaje social y colaborativo. Las empresas están despertando y dándose cuenta de que han contratado un buen número de personas inteligentes que tienen mucho que aportar si se les deja hablar entre sí, compartir información.

Parece que al final nos hemos dado cuenta de que es ahí donde la gente busca información: recurren a sus compañeros, a personas de su confianza. Démosles las herramientas y plataformas para hacerlo de una manera mucho más fácil, que sea escalable, repetible, reutilizable para que esas interacciones no solo vayan y vengan, sino que se conviertan en parte de toda la fuente de aprendizaje.

Fuente del artículo: audalialumesse